Bialowieza. Para uno que tenemos, vamos y lo jodemos
- El Naturalista Sociópata
- 13 jul 2017
- 2 Min. de lectura

Que el mundo funciona al revés, ya los sabemos. El viejo continente no es una excepción. Sabe más por diablo que por viejo.
Lo que está ocurriendo en Bialowieza es una muestra más del desbarajuste ecológico imparable de todo el planeta, conducido invariablemente hacía la destrucción. Los argumentos esgrimidos para justificar la tala que se está produciendo, hacen rechinar los dientes cómo un cuchillo afilado sobre un plato vacío, tan afilado cómo las mentiras de las motosierras. Sería fácil decir que el concepto de bosque primitivo y complejo es algo que se escapa a su mentalidad porque les resulta inverosímil que exista, pero en realidad simplemente no les interesa. De alguna manera, no quieren ver el bosque porque sólo les interesan los árboles.
La formación del originario Bialowieza se remonta a la era glacial y se ha mantenido con una base estructural primigenia hasta nuestros días, sobre todo la parte correspondiente a la reserva, y si bien decir que nunca ha tenido intervención humana en su conjunto no se ajusta a la verdad, en el plano actual, sostener que una plaga de Ips typographus en un bosque de las características únicas de Bialowieza se soluciona con la tala, es fulminar todos los mecanismos de funcionamiento de un sistema natural de un solo cañonazo. Y no se acaba ahí, además reemplazando árboles centenarios de diferentes edades y especies, por árboles de una misma especie y una misma edad, y, por otro lado, dejando centenares de hectáreas despobladas y retirando árboles muertos en zonas seguras que resultan imprescindibles para la auto-regeneración natural. Es decir, en conjunto, realizando una simplificación drástica de la cubierta vegetal en un sistema, seguramente el único en toda Europa, que se aproxima a la madurez real, llevándolo al colapso, algo que ya jamás será recuperable. No es algo nuevo, desde luego. En los bosques tropicales de todo el mundo este hecho se repite desde hace décadas, y ni tan siquiera se molestan en enmascararlo con razones fitosanitarias o de seguridad pública cómo en Polonia. En Europa nos sorprende más, porque para uno que tenemos, vamos y lo jodemos.
Los datos sobre lo que está pasando en Bialowieza son públicos, por lo menos aquellos que se filtran, y parece evidente que lo que ocurre es tan simple cómo lo somos los humanos: rendimiento económico puro y duro. Nada más. Cualquier otra explicación ante lo que está sucediendo no tiene sentido, ni siquiera el intervencionismo humano para “salvar” un bosque que lleva miles de años haciéndolo él sólo, alterando procesos naturales de manera irreversible, en un ejercicio de prepotencia y de soberbia muy propio de nuestra especie, y con el que transformamos el mundo cada día, metro a metro, centímetro a centímetro.
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