El lobo siempre será el malo, si sólo escuchamos a Caperucita
- Gabriel Babiloni
- 1 ago 2017
- 3 Min. de lectura

El lobo causa bajas, sí, es evidente, pero tal vez es hora de escuchar también al lobo, es posible que tenga algo que decir.
De todos es sabido que en estos momentos, hay guardas forestales en diferentes lugares de nuestra geografía, que alzan la voz para denunciar el comportamiento fraudulento de ciertos ganaderos, algunos cazadores, e incluso de guardas que, digamos, no actúan con toda la honestidad que sería deseable en este caso. En un reciente titular de una conocida revista de caza y pesca, he podido leer las declaraciones de uno de estos guardas que ahora atacan frontalmente esos comportamientos: "Los cazadores son unos furtivos y los ganaderos, con el tema del lobo, unos estafadores". Evidentemente es un titular demasiado duro, peligroso, y con el que se criminaliza en su conjunto a los colectivos a los cuales se refiere. La gran mayoría de ganaderos son honestos, y hay muchos de estos ganaderos honestos que, aunque no desean al lobo, se ajustan a la verdad en sus demandas, y también muchos otros que quieren convivir con el lobo, y están dispuestos a asumir el precio de ello, siendo muy conscientes que su verdadero problema es otro. En cuanto a comportamiento inadecuado, hablamos de unos pocos, sí, pero son unos pocos que aliados con una prensa que se está demostrando poco rigurosa y partidista en muchos casos, son capaces de hacer mucho ruido y resultar muy lesivos. Parece claro que el motivo por el cual lo hacen responde a pura estrategia de competición: a más presión y mayor repercusión colectiva, sobre todo ahora que las redes difunden las noticias hasta el último rincón de la tierra a velocidad de virus, las indemnizaciones son más rápidas y más cuantiosas, y por supuesto, mucho más fácil de ser alcanzadas. Así funciona desde hace años el tema, y mucho me temo que todos lo sabemos.
Estableciendo una simple cronología, es fácil detectar que las denuncias y quejas en Monegros se han multiplicado y demonizado exponencialmente desde que el Gobierno Aragonés manifestó públicamente que protegería al lobo y que se buscaría una fórmula para convivir. Este ha sido el detonante y no otro de la situación, un tanto surrealista, que se vive en estos momentos, con titulares y noticias más dignas de un cuento para no dormir, que de cualquier medio de comunicación serio. Ahora vuelve a hablarse de perros asilvestrados cómo responsables, siendo ello una prueba más del escaso rigor que el que se está tratando un asunto tan delicado como este.
Cómo decía, es momento de escuchar al lobo, y no nos confundamos, el lobo tiene voz en muchos ganaderos a nivel peninsular que no están de acuerdo con lo que está pasando, no sólo en guardas o en colectivos ecologistas afines a la causa. Es una estrategia básica de marketing la aplicada para culpabilizar al lobo de todos lo males, estrategia que en cierto modo entiendo, la vida en general funciona así a nivel de mercado, sea cual sea éste. Pero en este caso no se puede obviar un principio de responsabilidad hacia una especie endémica única en el mundo cómo sin duda la Administración está haciendo, ni gestionar la situación de la peor manera, sumida en intereses partidistas que cuestan bastante de entender desde una perspectiva lógica y honesta. Que el lobo no tiene la prensa positiva de la que sí goza el lince, por poner un ejemplo, está muy claro, pero convertirlo en el enemigo público número uno de nuestros campos a golpe de mentiras, es un hecho, a mi juicio, que no se debería tolerar. No pasa sólo aquí, pasa también en otros países, pero creo que nosotros estamos a la cabeza, si hablamos de picaresca.
La vida del ganadero es muy dura, especialmente dura en algunos casos y lugares, pero no lo es por culpa del lobo, y eso lo sabe todo el mundo. El Gobierno, las Administraciones, deben proteger la ganadería y la agricultura y no lo están haciendo, y eso, no tiene nada que ver con el lobo. De hacerlo, los daños provocados por el lobo serían perfectamente asumibles y damnificables, como reclaman muchas asociaciones de ganaderos desde hace mucho tiempo. No se puede permitir la aplicación de la picaresca nacional común a otras ayudas en diferentes sectores, y por la que, recordemos, hay gente encausada judicialmente.
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